domingo, 1 de junio de 2008

Propuesta teórica (versión rupturista)


¿Cómo dividir lo indivisible?, decía un estudioso de la teoría electoral.

De pequeños, en el colegio, cuando en Matemáticas hacíamos problemas como:
Pedro tiene 3 manzanas y Juan 2 peras más que manzanas tiene su amigo. ¿Cuántas tiene?
Los resultados eran números enteros, sin decimales. Juan tenía 5 peras.

Nunca nos decían:
Pedro tiene 7 coches y Juan la mitad. ¿Cuántos tiene?
Porque la mitad de 7 son 3,5 y no se pueden tener 3,5 coches. O se tienen 3 o se tienen 4.

En todos los sistemas de reparto de escaños proporcionales al voto nos enfrentamos a este dilema.

Podemos fijar el número de escaños del parlamento, celebrar las elecciones y conceder el mismo porcentaje de asientos a cada partido político que porcentaje de votos a su candidatura emitieron los ciudadanos.
Pero si ese porcentaje de asientos no es un número entero, sino un número real, con decimales, tendremos que redondear de alguna manera.

El 27% de los votos equivaldría en un reparto proporcional al 27% de los asientos.
Si el parlamento tiene 350, su 27% es 94,5 asientos.

¿Qué hacemos con esa lista política?
¿Le corresponden 94 o 95 asientos?
Si le damos 94 otro partido acabará recibiendo ese 0,5 de escaño sin haberlo obtenido en votos.
Si le damos 95 asientos, el 0,5 de escaño que le falta ¿de los votos de quién lo está cogiendo?

En algunos países, como en Alemania, el número de escaños en el parlamento no es fijo, varía de una legislatura a otra. Es otro mecanismo.

Por eso, entre otras cosas, se dice que todos los sistemas de reparto proporcional tienen distorsiones, como mínimo, las que resultan del redondeo.
Sin contar las distorsiones de la propia fórmula (Hondt tiende a beneficiar a las listas más votadas, Hare-Niemeyer a las que menos), ni con el hecho de que el voto en blanco sea computable como voto válido pero no ocupe escaño como tal (sino que lo acaban ocupando los partidos), ni con que haya un mínimo de votos a alcanzar por circunscripción y que si una lista no lo sobrepasa, sus votos son válidos pero tampoco ocupan escaño (los ocupan los demás partidos).
O lo que sucede en el caso español con el actual sistema electoral, que las circunscripciones, las provincias, son tan pequeñas, que también producen una doble distorsión: en la asignación de los asientos y en la emisión de los votos por parte de los ciudadanos (voto útil). Y más que tener un sistema electoral acabamos teniendo 52 sistemas electorales, casi todos ellos mayoritarios.

Aunque nuestro sistema actual no debería ni siquiera ser ejemplo de un sistema proporcional, porque las distorsiones que admite son demasiadas.


Pero y si... ¿y si no hiciera falta dividir lo indivisible?

Aquí voy a formular muy brevemente un sistema electoral teórico cuyo carácter rompe con los esquemas que se vienen aplicando en la mayoría de países.
Me inspiro en alguna de las cosas que he leído desde que empecé con "Un voto, un asiento".

Lo que se está haciendo en la actualidad en la mayoría de estados con sistemas electorales proporcionales es intentar trasladar el porcentaje de votos emitidos por los ciudadanos a los partidos otorgándoles el mismo porcentaje de asientos del parlamento. Y si no es el mismo, uno que se le acerque lo más posible (menos en España).

Así se consigue una cámara parlamentaria que intenta ser una representación a escala de las preferencias políticas ciudadanas. Cámara en la que cada asiento, cada diputado, tiene un voto en nombre de su partido político.

¿Y si desvinculamos el escaño del voto?

Las elecciones se celebran. Se cuentan los votos a cada candidatura. Y a las que tengan un mínimo para entrar en la cámara se les asignan 10-15 asientos a cada una independientemente de su número de votos.

Por ejemplo, con 350 asientos, 1/350 = 0,29% . Por lo que las candidaturas con el 0,29% del voto nacional o más entrarían en la cámara.

O si, como ahora, se observase el 3% de mínimo de voto en las provincias en las que se presenta cada candidatura, eso sería lo que determinaría qué candidaturas integran el arco parlamentario.

El número de partidos que entrarían en el parlamento sería muy similar si no igual al que lo viene haciendo. Lo que variaría sería la cantidad de diputados de cada partido. Todos tendrían, digamos, 15.

Esos asientos serían ocupados por equipos de trabajo, de debate, representantes de cada partido. Ni siquiera tendrían que ser obligatoriamente las mismas personas siempre. Podrían sentarse los expertos en cada materia que se estuviese debatiendo en sede parlamentaria.

A la hora de las votaciones de cada ley, cada partido votaría en el sentido que considerase con el valor numérico de los votos obtenidos en las elecciones.

Así un partido con 11.523.534 votos votaría por valor de 11.523.534. Y un partido con 780.423 votos votaría por ese valor.

Pulsar un botón, y ya ha votado cada partido. Sería rápido y barato (se ahorrarían muchas cantidades a pagar a muchos diputados).
Si hubiesen equipos de 10 diputados por partido, y entrasen 15 partidos en el parlamento, serían 150 parlamentarios en total, frente a los 350 que tenemos ahora.
Si hubiesen equipos de 15 diputados por partido, y entrasen 15 partidos en el parlamento, serían 225 parlamentarios en total.

Y no se perdería ni un voto, porque no se transformarían en asientos.

Si ahora las votaciones de las leyes pueden resolverse por resultados como: 100 a favor, 102 en contra, 148 se abstienen,
con este sistema alternativo podrían resolverse con unos resultados como: 19.476.365 a favor, 5.523.000 en contra, 635 abstenciones.

Con este sistema se rompe con la supuesta libertad de voto que tienen actualmente los parlamentarios dentro de los partidos.
Pero en realidad vemos a menudo como los partidos critican unánimemente el "transfuguismo" (que un diputado de un partido vote distinto a como aconseja la dirección del mismo) y piden más disciplina de partido.
Aquí la disciplina de partido sería total.

Por supuesto, esto es un esbozo, y se podría matizar con otras ideas.
Por ejemplo, que los partidos no tuviesen por qué votar con "todos sus votos" en el mismo sentido sobre la aprobación de una ley. Podrían usar por ejemplo parte de sus votos para votar en contra y parte para abstenerse.



Com dividir allò que és indivisible?, deia un estudiós de la teoria electoral.

Quan érem canalla, al col·legi, quan en Matemàtiques fèiem problemes com:
Pere té 3 pomes i Joan 2 peres més que pomes té el seu amic. Quantes en té?
Els resultats eren nombres enters, sense decimals. Joan tenia 5 peres.

Mai no ens deien:
Pere té 7 cotxes i Joan la meitat. Quants en té?
Perquè la meitat de 7 són 3,5 i no es pot tenir pas 3,5 cotxes. O es té 3 o es té 4.

En tots els sistemes de repartiment d'escons proporcionals al vot ens enfrontem a aquest dilema.

Podem fixar el nombre d'escons del parlament, celebrar les eleccions i concedir el mateix percentatge de seients a cada partit polític que percentatge de vots a la seva candidatura varen emetre els ciutadans.
Però si aquest percentatge de seients no és un nombre enter, sinó un nombre real, amb decimals, haurem d'arrodonir d'alguna manera.

El 27% dels vots equivaldria en un repartiment proporcional al 27% dels seients.
Si el parlament en té 350, el seu 27% és 94,5 seients.

Què fem amb aquesta llista política?
Li pertoquen 94 o 95 seients?
Si li donem 94 altre partit acabarà rebent aquest 0,5 d'escó sense haver-ho obtingut en vots.
Si li donem 95 seients, el 0,5 d'escó que li manca, dels vots de qui l'està agafant?

En alguns països, com en Alemanya, el nombre d'escons en el parlament no és fix, varia d'una legislatura a una altra en funció dels vots. És un altre mecanisme.

Per això, entre d'altres coses, es diu que tots els sistemes de repartiment proporcional tenen distorsions, com a mínim, les que resulten de l'arrodoniment.
Sense comptar les distorsions de la pròpia fórmula (Hondt tendeix a beneficiar a les llistes més votades, Hare-Niemeyer a les que menys), ni amb el fet de que el vot en blanc sigui computable com vot vàlid però no ocupi escó com a tal (sinó que l'acaben ocupant els partits), ni amb que hi hagi un mínim de vots al que s'ha d'arribar per circumscripció i que si una llista no el sobrepassa, els seus vots son vàlids però tampoc no ocupen escó (els ocupen la resta de partits).
O com succeeix en el cas espanyol amb l'actual sistema electoral, que les circumscripcions, les províncies, són tan petites, que també produeixen una doble distorsió: en l'assignació dels seients i en l'emissió dels vots per part dels ciutadans (vot útil). I més que tenir un sistema electoral acabem tenint 52 sistemes electorals, quasi tots ells majoritaris.

Per això el nostre sistema actual no hauria ni tan sols ser exemple d'un sistema proporcional, perquè les distorsions que admet són exagerades.


Però i si... ¿i si no fes falta dividir allò que és indivisible?

Aquí formularé molt breuement un sistema electoral teòric que el seu caràcter trenca amb els esquemes que es venen aplicant en la majoria de països.
M'inspiro en alguna de les coses que he llegit des de que vaig començar amb "Un vot, un seient".

Allò que s'està fent en l'actualitat en la majoria d'estats amb sistemes electorals proporcionals és intentar traslladar el percentatge de vots emesos pels ciutadans als partits atorgant-els-hi el mateix percentatge de seients del parlament. I si no és el mateix, un que se l'apropi tant com sigui possible (en Espanya el sistema no ho aconsegueix).

Així s'aconsegueix una cambra parlamentària que intenta ser una representació a escala de les preferències polítiques ciutadanes. Cambra en la que cada seient, cada diputat, té un vot en nombre del seu partit polític.

I si desvinculem l'escó del vot?

Les eleccions es celebren. Es compten els vots a cada candidatura. I a les que tinguin un mínim per a entrar en la cambra se'ls assigna 10-15 seients a cada una independentment del seu nombre de vots.

Per exemple, amb 350 seients, 1/350 = 0,29% . Per tant, les candidatures amb el 0,29% del vot nacional o més entrarien en la cambra.

O si, com ara, s'observés el 3% de mínim de vot en les províncies en les que es presenta cada candidatura, això seria la cosa que determinaria què candidatures integren l'arc parlamentari.

El nombre de partits que entrarien en el parlament seria molt similar si no igual al que es ve donant. Allò que variaria seria la quantitat de diputats de cada partit. Tots tindrien, diguem-ne, 15.

Aquests seients serien ocupats per equips de treball, de debat, representants de cada partit. Ni tan sols tindrien que ser obligatòriament les mateixes persones sempre. Hi podrien seure els experts en cada matèria que s'estigués debatint en seu parlamentària.

A l'hora de les votacions de cada llei, cada partit votaria en el sentit que considerés amb el valor numèric dels vots obtinguts en les eleccions.

Així un partit amb 11.523.534 vots votaria per valor de 11.523.534. I un partit amb 780.423 vots votaria per aquest valor.

Pitjar un botó, i ja ha votat cada partit. Seria ràpid i barat (s'estalviarien moltes quantitats a pagar a molts diputats).
Si haguessin equips de 10 diputats per partit, i entressin 15 partits en el parlament, serien 150 parlamentaris en total, davant els 350 que en tenim ara.
Si haguessin equips de 15 diputats per partit, i entressin 15 partits en el parlament, serien 225 parlamentaris en total.

I no es perdria cap vot, perquè no es transformarien en seients.

Si ara les votacions de les lleis poden resoldre’s per resultats com: 100 a favor, 102 en contra, 148 s'abstenen,
amb aquest sistema alternatiu podrien resoldre's amb uns resultats com: 19.476.365 a favor, 5.523.000 en contra, 635 abstencions.

Amb aquest sistema es trenca amb la suposada llibertat de vot que tenen actualment els parlamentaris dins dels partits.
Però en realitat veiem sovint com els partits critiquen unànimement el "transfuguisme" (que un diputat d'un partit voti distint a com aconsella la direcció del mateix) i demanen més disciplina de partit.
Aquí la disciplina de partit seria total.

Per suposat, això és un esbós, i es podria matisar amb altres idees.
Per exemple, que els partits no haguessin de votar obligatòriament amb "tots els seus vots" en el mateix sentit sobre l'aprovació d'una llei. Podrien fer servir per exemple part dels seus vots per a votar en contra i part per a abstenir-se.

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