miércoles, 31 de marzo de 2010

El ROBO de la soberanía popular

(escrito monolingüe)


La federación de partidos políticos I.U. dijo:

Cayo Lara denuncia que “PSOE y PP actúan como ‘ladrones’ de una parte importante de la soberanía popular” al pactar el bloqueo de la reforma electoral


El coordinador federal de IU acusa a los socialistas de “irresponsabilidad” al seguir permitiendo “este regalo a la derecha en una democracia amputada donde no todos los votos tienen el mismo valor y donde se utilizan los escaños que nos corresponden para votar leyes en contra de los trabajadores”.

El coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, ha afirmado hoy “con tranquilidad y con los pies en el suelo” que tanto el PSOE como el PP están actuando como “ladrones de una parte importante de la soberanía popular en este país, en el que ya de por sí sufrimos una democracia de baja calidad”. Lara resumía así su valoración del acuerdo pactado por ambas formaciones para bloquear en el Congreso la reforma de la Ley Electoral de 1985, con la colaboración de CiU y PNV, algo que todas estas fuerzas evidenciaron el pasado miércoles en la última reunión de la subcomisión parlamentaria creada a tal efecto. En ésta se pusieron de acuerdo para rechazar todas las enmiendas planteadas por IU, pese a que cerca del 80% de ellas venían avaladas por un informe del Consejo de Estado encargado por el Gobierno.

(...) España lleva 30 años con una “democracia amputada porque no todos los votos tienen el mismo valor. Estos dos partidos cuentan con 12 diputados que con un sistema electoral justo y proporcional nos corresponderían. Mientras, los utilizan para votar leyes en contra de la voluntad de los progresistas y en contra de los intereses de los trabajadores”.

Para Cayo Lara, este bloqueo consentido por el partido que sustenta al Gobierno socialista “abre las puertas del Palacio de La Moncloa al PP. Ellos deberían saber que con un sistema verdaderamente proporcional es probable que el PP nunca pudiera lograr mayoría absoluta en España”.

El coordinador federal de la formación política a la que históricamente más perjudica el actual sistema electoral recordó que los dos partidos mayoritarios mantienen esta postura con la “connivencia de las formaciones nacionalistas conservadoras de CiU y del PNV”, lo que en el caso de los socialistas tachó directamente de “irresponsabilidad”.

“Desconocemos –lamentó- las razones o los contrapoderes que existen para que el PSOE prefiera que en este país se tenga que gobernar con las derechas nacionalistas en vez de con una izquierda federal”.

Al tiempo, criticó que la derecha pueda gobernar “con trampas legales, con las cartas marcadas” y que CiU y PNV, aunque no se vean favorecidos directamente en escaños por la propia Ley Electoral, sí lo hagan al “alcanzar un mayor peso en la toma de decisiones al que les correspondería realmente por sus votos”.

Cayo Lara restó cualquier relevancia a los trabajos que quedan por hacer en la subcomisión parlamentaria, que se limitará a “seguir debatiendo sobre temas menores como cambiar el diseño de la papeleta del Senado o ver si crea la figura del ‘diputado suplente’. Es decir, ‘pecata minuta’ cuando ya se han dejado lo esencial”.

(...) estudiará qué otras medidas de carácter interno y de cara a la sociedad toma la organización en relación a este tema. Lara sólo adelantó que entre éstas sin duda estará “emprender una campaña explicativa por todo el Estado para concienciar a los ciudadanos sobre esta amputación de la democracia”.


La Sra. I. Sabanés dijo:
(...) Parece que los dos partidos mayoritarios con la ayuda de los nacionalistas, pretenden dar una última vuelta de tuerca para legitimar por la puerta de atrás el bipartidismo. Pretenden convertir de facto un sistema político que se decía proporcional, en uno mayoritario -imperfecto- que contaría con el concurso de los nacionalistas de CIU y PNV.

Parece que andan ahora viendo la posibilidad de que haya publicidad gratuita electoral en las televisiones privadas, pero claro, y -casualmente- no sería posible para el conjunto de partidos con representación Parlamentaria, sería…¿adivinan?… para los mayoritarios.
También parece que en la papeleta del Senado -cuentan- se producen errores, por lo que defienden como solución poner en la cara de la papeleta a los partidos con mayor representación y en el reverso -por sorteo – el resto. Otra andanada para inducir el voto a los partidos mayoritarios.

También quieren legitimar definitivamente los debates a dos en las televisiones públicas para evitarse las molestas denuncias -que como en las últimas elecciones- hicieron modificar el horario y condiciones de los debates del resto de candidatos y partidos.

(...) En los últimos tiempos hemos visto como incluso en encuestas del CIS, la interpretación e información de los medios se daba en clave bipartidista a pesar de los códigos internacionales, las normas, el porcentaje de indecisos y de voto a otras formaciones, por lo que esta decisión, en la recta final de campaña, pudiera ser un instrumento más de aliento a la confrontación bipartidista.


Imaginemos la recta final de cualquier campaña electoral, con debates a dos, espacios electorales gratuitos con más ventajas para los partidos mayoritarios y resultados de encuestas al minuto interpretando la pugna electoral en clave bipartidista y todo ello rebotado en tertulias, informativos, Internet, etc., etc.

Me dirán que el control sobre los excesos lo tiene la Junta Electoral Central, pero les diré que este organismo en las últimas elecciones fue corregido- a posteriori – por los tribunales que pidieron más medidas para compensar al resto de los partidos, aunque la campaña ya había pasado y las elecciones quedaban lejos (...)


En El Blog de Peli dijeron:
(...) Los medios (arte y parte en el culebrón del bipartidismo ) pasaron de puntillas sobre el asunto y tan sólo alguna revista digital como nuevatribuna.es se hicieron eco de nuestros comentarios.

He de reconocer que , llevado por el más que explicable enfado, orienté todas mis críticas al daño que tal ley nos viene haciendo a la izquierda desde la transición, y dejé de mencionar otros aspectos perniciosos de dicha norma legal, dando así una impresión de victimismo que no hubiera deseado.

Porque la verdad es que las víctimas de esta injusticia son múltiples y de muy diversa índole, destacando en primer lugar la propìa democrácia: si cada voto no vale igual en según que circunscripción y sobre todo, a según que opción política se vote, la democrácia se resiente en uno de sus pilares fundamentales cual es el principio de que cada ciudadan@ un voto y que todos y cada uno de nuestros votos tienen el mismo valor. Sin mencionar el efecto disuasorio que para muchos votantes tiene la consideración de que votando a la opción deseada, si esta no es una de las dos mayoritarias, su voto se traduce en la elección de un representante al que el ni ha votado, ni tenía la más mínima voluntad de hacelo. Una de las causas del cada vez mayor número de ciudadan@s que optan por la abstención en las votaciones, podemos achacarlo a este fenómeno, sin lugar a duda.

A lo expuesto anteriormente cabría añadir que este sistema tendente al más descarado bipartidismo, no representa la diversidad de opciones y pensamiento de los ciudadanos, que por tanto, se distancian cada vez más de las instituciones democráticas, al no ver reflejadas en ellas las opciones que libremente han elegido, y que es fácil deducir, tiene la perversa consecuencia del descrédito de la política entre sectores muy ámplios de la población, que no se ven representados en las instituciones.

Se pued argumentar que no es esa la causa principal que explique el aumento del índice de la abstención, sino que fenómenos como el de la corrupción tienen mucho más que ver; pues bién, aún dando tal argumento por válido, yo señalaría que el sistema de alternancia que supone el bipartidismo, es un elemento favorecedor de dicha lacra, al menos potencialmente y desde luego a una menor represntación de la sociedad en las instituciones y a un decreciente papel del movimiento asociativo, correponde una mayor posiblidad de escapar a los controles de los ciudadanos.

No se si muchos estarán de acuerdo conmigo, pero a mi me parece que es claro que el bipartidismo que de facto sufrimos en el panorama político acual, está en la base de la “crispación” protagonizada por PP- PSOE, especialmente en las dos últimas legislaturas y que no tiene otro objetivo que ocultar los debates que interesan a los ciudadanos, tras esa cortina de humo que suponen los temas que ellos ponen artificialmente en la escena, y que se cargan de elmentos emocionales y propagandísticos y no de ideas y razonamientos.

(...) es evidente es que tras unas décadas de diasfrutar de un cierto nivel de cordura y moderación en la vida pública y en el debate de ideas , a medida que se ha ido afianzando el bipartidismo, ha ido aumentando, en paralelo, el nivel de crispación.

(...) nos están robando una democrácia de calidad, en la que la ciudaanía, toda ella, se sienta cómoda y además se están introducciendo elementos perversos en la vida pública de consecuencias imprevisibles (...)


Don Tomás dijo:
Con poca gloria y menos pena ha pasado por los Medios de Desinformación Masiva la “pinza” de largos brazos que PP y PSOE han tejido esta semana, con apoyo de nacionalistas catalanes y vascos, para blindar cualquier cambio en la Ley Electoral que permita un reparto justo de los escaños en el Congreso de los Diputados y que respete la voluntad popular.

Una ley que permite que los dos grandes partidos mayoritarios roben una parte de la soberanía popular, dejando a partidos más pequeños con menos representación de la que en justicia les corresponde. Los números hablan por sí solos: mientras que cada 60.000 votantes de PSOE o PP tienen un parlamentario que los representa se necesitan casi 500.000 de IU para conseguir un diputado. Algo que no concuerda con el Artículo 14 de la Constitución que asegura que “Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Es claro que en algún sitio hay una trampa de tales dimensiones que pone en entredicho la solvencia de la propia democracia. Los depositarios de la soberanía popular dicen una cosa en las urnas y por el camino los mayoritarios se apropian de una parte de ella y la hacen aparecer amañada a su conveniencia.

(...) Pronto habrá elecciones en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, y presumiblemente harán falta pactos para gobiernos de “izquierda”. Hay dos opciones: tirar del buenismo estéril y esperar la caridad del partido del gobierno o plantear el saneamiento de la democracia en cuanto al justo reparto de la soberanía popular como una exigencia irrenunciable. Porque hay que ser masoquista para aliarse con uno de los dos brazos derechos de la misma pinza que te está ahogando.

(...)


El Sr. García Montero dijo en el Diario Público:
El deseo de que se cambie el sistema electoral suele recibir un apoyo claro en las conversaciones privadas, pero se estrella en la realidad de los intereses creados. La subcomisión del Congreso encargada de la revisión de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General acaba de ponernos los pies en la tierra, o en el fango, al evitar cualquier transformación seria.

El sistema electoral español tuvo en su origen una intención clara de conjugar la democracia con la manipulación porcentual de los resultados. Aprovechó la ingeniería contable y territorial para centrar la voluntad de los españoles, creando mayorías artificiales y evitando el posible protagonismo del Partido Comunista de España. Es una factura que paga ahora Izquierda Unida, porque no puede ver concretado el valor real de sus votos en una representación parlamentaria justa. Si se compara con los partidos mayoritarios, llama la atención el número exagerado de votos que le cuestan sus diputados; si se compara con las minorías, no deja de sorprender que los nacionalistas catalanes y vascos cuenten con muchos menos votos y muchos más representantes.

Ante esta situación injusta, corremos el peligro de pensar que la revisión del sistema electoral es un problema que afecta únicamente a Izquierda Unida. Se trata de uno de los errores más graves de nuestra democracia, porque está en la raíz misma de su degradación actual y del descrédito de la política. Para comprender que merece la pena cuestionarse el sistema electoral vigente, más allá de los intereses coyunturales de cada formación política, basta con observar la situación alarmante del Poder Judicial, las inercias paradójicas en la construcción del Estado, las estrategias partidistas ante los escándalos de corrupción, el surgimiento de fuerzas que no se justifican por un programa propio, sino por desprecio de todo lo existente, y el comportamiento desmedido y orgulloso de los poderes mediáticos.

La vida democrática soporta las malas costumbres facilitadas por un sistema que advierte a los ciudadanos sobre la inutilidad de su voto, si se empeñan en apoyar con matices lo que realmente quieren, mientras tranquiliza a los partidos mayoritarios, hagan lo que hagan, con la seguridad de que nunca pagarán una factura muy alta. Corrupción, por ejemplo, hay en todas partes; pero pocos países democráticos soportan como España una situación en la que los corruptos actúan con tanta desfachatez. Un partido tan importante como el PP puede esconderse en la estrategia de callar, mirar a otro lado o recordar las corrupciones del otro partido mayoritario. ¿Yo robo? Tú también.

La ayuda que presta la Justicia debe tenerse en cuenta. La judicialización de la política española es inseparable de una politización bipartidista de la justicia que paraliza cualquier renovación sensata del Tribunal Supremo, abre sospechas sobre las intenciones del Tribunal Constitucional y pone en cuestión las decisiones de los jueces. Los ciudadanos españoles no pueden decir hoy con ingenuidad, como debiera ser, que merecen respeto todas las sentencias, incluso las que afectan a tramas de corrupción. El mercadeo político de los puestos ha infectado el sistema. Dos para ti y dos para mí.


No es sólo un problema de IU

La Ley Electoral ha hecho imposible una construcción del Estado que se funde en valoraciones objetivas y a largo plazo, sometiendo el interés común a los parches y las exigencias coyunturales de los partidos nacionalistas, que usan su poder cuando pactan con el PP y el PSOE desde una posición parlamentaria desmesurada. Y la Ley Electoral es también responsable de un llamativo bipartidismo mediático. No soy ingenuo respecto a los deseos de una prensa independiente. Pero en España hemos vivido una vuelta de tuerca. Si la tradición había fijado como norma que los partidos tuviesen sus periódicos afines, la actualidad ha cambiado el panorama, haciendo que sean los poderes mediáticos quienes pretenden tener y gobernar un partido afín. Esa pirueta es propia de una democracia más cercana a las ingenierías virtuales que a la realidad de sus ciudadanos.

Este sistema electoral no es únicamente un problema de Izquierda Unida. Afecta a la dignidad y a las costumbres de la democracia española.

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