lunes, 5 de octubre de 2009

Una burla democrática: la ley electoral

(entrada monolingüe)


Leemos en Kabila, la bitácora del Sr. R. Almazán lo siguiente:

Hay cuestiones que corregir en nuestro ordenamiento jurídico si queremos hacer que esta democracia sea tal. Deberíamos terminar de hacer aquella transición que empezamos hace treinta años y que por mucho que se hable de ella, mientras no se cumplan ciertas premisas esta democracia seguirá imperfecta. Y no quiero hacer una comparación con lo que se debería ser una auténtica democracia. Hablo simple y llanamente de la democracia que conocemos, equiparable a la que se vive en Alemania, Suecia, Francia, Holanda, etc. Países todos que pertenecen a nuestro modelo político.

Y me refiero a la Monarquía o al Laicismo o a la Memoria Histórica, pero hoy voy a hablar de otra rémora grave. Nuestra actual ley electoral. Una ley electoral que castiga a ciertos partidos para beneficio del resto. Una ley electoral que es capaz de hacer que unos votos valgan varias veces más que otros, dependiendo de dónde se vote o a quién se vote. Una ley que debería avergonzar, por encima de la pertenencia a cualquier partido, a un demócrata de verdad.

Así, por no ir más lejos, podemos ver que no se cumple, ni por aproximación la ley básica y más importante de la democracia: “Una persona, un voto”. La ubicación geográfica unida a que la circunscripción electoral es la provincia, hace que un voto en una provincia poco poblada, por poner un ejemplo extremo, en Soria se eligen dos diputados y en Madrid treinta y cinco, si sacamos la relación entre la población y los diputados que se eligen sale que un voto en Soria vale cuatro veces más que en Madrid.

Y esto no es lo más grave, siendo importante. Si nos referimos a los partidos políticos, los votos de los pequeños partidos que cubren todo el territorio tienen un handicap grave en relación a los partidos grandes y a los partidos nacionalistas. Pero no es que haya una pequeña diferencia, es que clama al cielo –y lo dice un ateo—, ¿cómo es posible que cada voto del PSOE o del PP valga, en las últimas elecciones siete veces más que los de IU-ICV? Eso es posible porque tenemos una ley electoral que no es democrática y que beneficia a unos en detrimento de otros. Así, entre la ley d’Hont (que no es lo que más influye en esa diferencia, aunque también), la circunscripción electoral, la asignación de diputados por provincias –que no es proporcional—y otras yerbas nos encontramos con una competición donde unos partidos juegan con pelota de baloncesto y otros con pelota de tenis. Unos participan con trajes de gala y otros en calzoncillos (porque les han robado el traje).

(...)

En fin, éste no es un tema menor, nos encontramos con un problema que hace que la calidad de nuestra democracia baje muchos enteros y es resoluble. Lo único que ocurre es que los ventajistas no quieren arreglarlo, aún a sabiendas de que es lo justo y democrático. Es hora de decirlo, se está jugando con trampas, y eso hay que arreglarlo. Y ahí hay que contar con la ayuda de todos los demócratas de verdad, de todos, también de los que militan en partidos beneficiados pero sienten que la premisa “Una persona, un voto”, hay que cumplirla. Lo demás es una burla democrática.

(...) Y si los poderosos no lo quiere corregir, habrá que declarar abiertamente que son unos ventajistas y no creen en la democracia.

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