martes, 15 de febrero de 2011

¿Existen las castas hoy en España?


Leemos en Extremadura Progresista lo siguiente:

(...) El gobierno anunció la semana pasada la posibilidad de reformar la ley electoral para evitar los transfuguismos, una vez el caso de Benidorm evidencia por enésima vez el fracaso del pacto antitransfuguismo entre los dos partidos que en este momento histórico son mayoritarios, aunque no partidos únicos, el PP y el PSOE.

No es lo que cientos de miles de ciudadanos esperaban. No es el anuncio que las personas que piensan que la actual ley electoral socava la calidad de la democracia española querían oír.

Hace unos días, tuve el placer de ser invitado a una tertulia televisiva sobre actualidad y me preguntaron por la cuestión de la anunciada reforma de la ley electoral. Afirmé que en la España del siglo XXI podíamos hablar de la existencia de algo tan antidemocrático como son las castas, grupos de población desiguales, unos inferiores a otros, que no disfrutan de los mismos derechos que el resto de la sociedad.

Y lo afirmaba en base a que la actual ley electoral viene a decir, en la práctica, que el voto de una persona que deposita en la urna la papeleta de Izquierda Unida hoy viene a valer 7 veces menos que el voto de otro/a conciudadano/a que elige la del PP y el PSOE. La reforma que plantea ahora el gobierno no aborda ni de lejos esta cuestión. A algunos/as compañeros/as de La Hoja del Lunes les pareció interesante la reflexión y me han invitado a reflejarla en este artículo, a pesar de que no soy periodista. Es un honor.

Los datos son claros: la ley electoral actual dijo que el casi millón de votos que obtuvo IU en las últimas elecciones generales (año 2008) debían traducirse legalmente en una representación legal de tan solo 2 escaños en el parlamento. Convergencia i Unió, con unos 200.000 votos menos que la formación de izquierdas, llegaba sin embargo hasta los 15 asientos.

Esto significaba que la tercera formación estatal en cuanto a número de votos, heredera además de las fuerzas cuya lucha durante el franquismo hizo posible la democracia en España, se quedaba mermadísima no solo en la evidente cuestión representativa, sino en los aspectos financieros, de personal ayudante asignado, de iniativa legislativa o de tiempo de intervención ante la cámara para defender sus propuestas.

Unas propuestas que en las últimas elecciones, en el momento más bajo de IU, representaban a la friolera de 963.040 ciudadanos y ciudadanas. El trabajo que en el PSOE pueden hacer entre 169 diputados más sus ayudantes, en IU lo tienen que hacer entre dos. Algo falla en nuestra democracia.

De estos datos extraje la conclusión que arrojan los números. Si el voto de un ciudadano puede valer 7 veces menos que el de otro en función de a quien elija votar ¿No se está pervirtiendo el principio de igualdad ante la ley?¿No se basa un sistema democrático en la igualdad de oportunidades y de voto para todos/as los/as ciudadanos/as?¿No resulta, por tanto, poco exagerado hablar de la existencia de castas en la España del siglo XXI? No castas de nacimiento, como continua pasando vergonzosamente con los "intocables" de la India, sino otras que clasifican a sus ciudadanos según lo que hayan decidido votar.

(...) las propuestas de los partidos no mayoritarios pueden ser interesantes para el conjunto de la sociedad; que los pactos de gobierno multipartitos, lejos de imponer a la mayoría la voluntad de una minoría, representan a una pluralidad aún mayor de ciudadanos/as; que cuando una persona a la que no convence ni el PP ni el PSOE siente que su voto puede realmente contar, la abstención baja y la democracia se fortalece.

(...) Está bien que las constituciones no estén escritas en piedra. Está bien que cada generación haga su constitución. La actual Constitución española se aprobó en 1978. Esto quiere decir ningún ciudadano menor de 50 años pudo votar por ella. Para mi generación, la legitimidad de nuestra carta magna actual tiene fecha de caducidad. Es algo que no debería asustar a nadie.

Una constitución que rija los destinos de un estado en donde los ciudadanos vivos que la votaron sean minoría tendría el mismo sentido democrático que las leyes fundamentales del movimiento. Como he querido señalar, para acometer la reforma de la ley electoral planteada por el gobierno es posible que se tuviera que reformar antes la constitución.

Y es normal y positivo. Pero ya que nos ponemos, que se vuelva a preguntar al pueblo soberano como quiere vivir y con qué reglas. Así se conseguiría reapuntalar la democracia y hacer que los contribuyentes vuelvan a sentirse ciudadanos de un estado democrático donde su opinón cuenta. Si no, no esperen ver repuntar los índices de abstención en las elecciones durante mucho tiempo.

La doctrina feminista dice, y dice bien, que hasta que las mujeres no sean libres la humanidad entera no podrá será libre. Que ningún votante del PP o el PSOE piense que la ley electoral actual de España, que beneficia a sus partidos, puede sostener un sistema democrático realmente justo. Porque, extrapolando la enseñanza del feminismo, sabemos que hasta que no haya una ley electoral justa para todos los partidos no habrá una democracia justa para todas las personas en España.


Recuerda:
Estudio 1v1a (%v=%a)Ciudadano Público

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